De la memoria, de lo que se recuerda y cómo se recuerda, quizás le dijo Jorge Cáceres a Roberto Ferro la tarde en que le entregó la primera versión de su novela, anotaciones dispersas a un relato, básicamente, de dos situaciones; por una parte, la reconstrucción de una serie de diálogos en los que había intervenido y, por otra, la recopilación de mis interpretaciones de un conjunto de textos escritos y de imágenes; ambas se desarrollaron en un lapso que abarcó no más de un mes.Cáceres comenzó a escribir la misma mañana en que se enfermó. Luego de que la fiebre cediera, dejándole en las manos recuerdos de la infancia, escribió las primeras notas como un modo de no olvidarlos. Más tarde dos pedidos profesionales: la búsqueda del original extraviado de una novela –a la que se sumó la aparición de dos fotografías–; y, casi al mismo tiempo, una investigación histórica, con un final impredecible, acentuaron la certeza de que En cada caso las peripecias han sido señales que me incitaron a captar el tiempo y a sentir su espesor viscoso, así como en el contradictorio devenir.Seguramente hablarían de muchas más cosas esa tarde, ya que ambos se confabulan desde hace tiempo al momento de trabajar juntos en “los desbordes de la narración”. Mientras tanto el lector se deja conducir por el enigma de la trama, ajeno o testigo, según sea su mirada atenta, a la presencia indivisible de uno y otro; participando con deleite de los guiños literarios; agradeciendo, en definitiva, durante la lectura de la novela, que de todos modos así sea. María Claudia Otsubo
Jorge Cáceres que está transitoriamente trabajando en la Biblioteca Nacional de Florencia, recibe un telegrama de la hija de su mejor amigo Miguel Vieytes, comunicándole que su padre ha muerto. Regresa de inmediato a Buenos Aires para descubrir que lo que ha sido escenificado como un suicidio en realidad fue un asesinato. La investigación que emprende lo lleva por un oscuro laberinto donde hay otros crímenes y la revelación atroz de la muerte de una niña como parte de un comercio infame. Cáceres revela el centro del secreto donde se oculta una siniestra confabulación. Desde aquella ventana es un retrato caracteres, de clases sociales y de valores, un thriller de factura impecable en el que el suspenso acecha al lector en cada página. Para narrar esta historia, Roberto Ferro despliega una escritura deslumbrante que consigue crear una trama obsesiva envolvente y pulcra en todos sus detalles. Tercera zaga de las peripecias de Jorge Cáceres. Fuera de foco es la segunda entrega. El otro Joyce es la primera.
Una pintura de Caravaggio enviada, en secreto, desde los Museos del Vaticano al Arzobispado de Santa Fe ha desaparecido; el destino de su paradero podría provocar un escándalo de incalculables proporciones. Un médico que denuncia la mafia de los medicamentos, los negociados entre laboratorios, y a funcionarios políticos, es asesinado en Bahía Blanca. El crimen puede provocar una reacción impredecible. Las tramas se entrelazan y, en medio de esa urdimbre, Jorge Cáceres se ve obligado a investigar. Mientras se cuestiona el sentido de su búsqueda ocurre la aventura, el amor, el desconcierto.
Roberto Ferro narra esta historia del mejor cuño de la novela negra, un inquietante thriller en el que se impone, con fuerza, la obstinación intensa y tan humana, de no resignarse a vivir a la sombra de los poderes de turno. Fuera de foco es una apasionante novela atravesada por una mirada irónica, con múltiples guiños literarios, surcada por diferentes registros. El misterio está en todas partes y en cada persona, hay algunas que lo llevan tan incorporado a sus vidas que se convierten en grandes signos de interrogación, es el caso de Jorge Cáceres, el protagonista de esta novela.
Miguel Vieytes