Julio Barco se rebela y se enfrenta poéticamente a la voracidad del nuevo mundo dominado por el Mercado-Capital. Es por eso que se instala en la marginalidad de una ciudad devoradora, violenta, pacata e hipócrita como es Lima; y desde esas orillas subyugadas de la Modernidad es que levanta su voz ante el descarnado furor de la sobrevivencia. Este es el cantar del siglo XXI de Lima.Calle NN, 2017. Miguel Idelfonso, poeta y escritor, Premio Nacional de poesía 2017
El pasado absoluto impulsa la muerte futura. De ahí que el comienzo de la novela coincida con una muerte, como un tiempo aplastado, sin salida, sin escapatoria, porque hasta su campo ciego es un precipicio. La poesía es el horizonte estético de La mujer fingida de Ana Abregú y, correlativamente, la instancia del anclaje inestable y conjetural de su relación con el lenguaje. La nitidez de las descripciones se asienta en la fuerza poética con que se dice la percepción. Las voces narrativas de la novela figuran los escenarios, las variaciones de la luz, los reflejos, los movimientos, y la precisión sensible de esas imágenes se diseminan en la trama. Si tomáramos como válidas las categorías de mundo y escritura, podría afirmarse que el proyecto de escritura de Abregú, afirmado en esta novela, da a leer una trama sinuosa por la se asoman los resquicios por donde se filtra una historia constantemente acechada por la dificultad de ser contada; la escritura acosa el mundo sin alcanzarlo, pero exhibiendo sus perfiles difusos y amenazantes. Las acciones se suceden cribadas por la impotencia de un lenguaje para nombrar los acontecimientos, revelando su incompletitud, por sus rasgos inenarrables, por los innumerables puntos de fuga de la certeza. En La mujer fingida se despliega con maestría el arte de la descripción para aproximarse de modo inigualable a narrar la dimensión perceptiva. Abregú deja que el relato aluda a los movimientos de sus personajes narrando de manera singular y única las vivencias que los conmueven. Con un nivel de detalle magistral y una gran profundidad compositiva, La mujer fingida describe las peripecias y narra las percepciones. Ana Abregú consigue crear una mirada inquietante sobre la consistencia de la vida y sus entornos en una novela perturbadora.
Roberto Ferro
Las voces de un país se reúnen y sacuden su intensidad en este fascinante tratado que abrirá su comprensión del universo poético peruano. La poesía, como algunos manifiestan, no posee más bandera que la propia escritura, sin embargo, creemos que no hay poesía sin espacio y tiempo, sin contexto o época abierta como: here, señores, están las voces más intensas y arriesgadas de los últimos 10 años de escritura en las tierras del Perú. País grande y contradictorio, sacudido por la violencia y la corrupción. Frente a ello, estos poetas de todas las regiones nos acercan a una sensibilidad vasta y furibunda. Acerquemos nuestros ojos, corazón e intelecto a esta sinfonía que descubre la cultura de un país en el fuego de su arte poético. Este libro suena a todas las sangres. Julio Barco.